lunes, 20 de abril de 2009

Santiago en los Churros.

Santiago estaba sentado en la entrada de la tienda. Su abuela, había invertido en una tienda de churros, donde, además de eso... Vendía, cocas, cafés, postres, helados, y una que otra bebida con alcohol.
Sus padres se lo habían dejado encargado por que irían a algún lugar donde seguramente no podrían llevarlo.
Cuando apenas sus padres iban de salida. Fue que entramos al lugar, guiados por ese olor tan rico que venía de los churros que apenas estaba preparando la Abuela de Santiago. -Pasen, bienvenidos, ¿en qué les puedo servir?- Con una amabilidad enorme la Abuela de Santiago nos dio la bienvenida. De pronto volteamos para el lado izquierdo a buscar alguna mesa disponible, y ahí estaba. Tan pequeñito y sonriente, no nos quitaba la vista de encima y se reía constantemente, nosotros; como buenos turistas nos tomábamos fotos por cualquier tontería, que si los churros de cajeta, que si a los de chocolate, que si a la piedra que está del lado derecho de la fuente.
Santiago como buen niño, sólo se reía y se reía, aún no se si con nosotros ó de nosotros, aunque a este día, que recuerdo cuando lo conocí. Creo que se reía de nosotros. Seguramente pensaría: ¿Qué quieren estos tontos adultos que sólo están haciéndome muecas y cosas bobas?... Tan grandotes y no saben hablar.